Sunday, July 31, 2005

Viaje

De repente, el aspecto de la sala era escalofriante: un montón de gente abandonada a algo más poderoso que ellos mismos, sumida en una lucha extraña con su cuerpo y su conciencia, explorando mundos interiores desconocidos, maravillosos, oscuros o tenebrosos... ¿Quién sabe? Todo era como en un libro de Oscar Wilde... Pero todo eso se diluía en el monólogo atenazante en mi cabeza y en la manera como mi cerebro era chupado por una aspiradora cada vez que cerraba los ojos. Había que abrirlos con cuidado pues la caída podía ser mortal. Por eso, era mejor permanecer despierta y la chimenea me brindaba la oportunidad de deleitarme en una preciosa galería renacentista, pues cada salto de las llamas resultaba en una imagen de Botichelli o de Leonardo; incluso llegué a ver la Pietá. Luego, las paredes de la chimenea me regalaron una interesante animación en la que una mujer vestida al estilo de los años 50 hablaba con un ser de aspecto cadavérico, y corría... Pero al cabo me asaltó la conciencia del tiempo y cómo transcurría desesperantemente lento; cómo intentaba yo salir de una telaraña que envolvía mi cerebro y la desesperación por deshacerme de la bruma que me ahogaba. Y entonces me atacó la paranoia responsable, la culpa por tenerlos a todos ahí, así, como muertos, perdidos para el mundo al menos esa noche; la culpa por estar ahí en lugar de estar con mi hijo... Y transcurrió una eternidad mientras pude levantarme y llamarlo. Y sentí vergüenza al hablar con él.
La extraña presión no me abandonaba y entonces me dejé llevar por la tristeza... No era eso lo que yo quería. Yo quería gozármela con todos, bailar, reirme, decir tonterías, abrazarlos... y no podría y ellos no podrían tampoco, con seguridad. Al fin, en un intento socializador, recibí un par de canelazos... Y quedé privada hasta el día siguiente.

Gracias, Mayo, por la experiencia y la torta, que estaba deliciosa. Gracias a todos los demás por darse el viaje a mi lado.

Wednesday, July 27, 2005

Crecer o envejecer... Esa es la cuestión.

"¿Y cuantos años cumples?"

A mi edad uno ya responde: "¿Y tú cuanto te ganas?"

Pues ya no es que haya crecido... Es que envejezco, triste e inevitablemente. Yo, que he sufrido síndrome de Peter Pan toda la vida (y al cual no quiero renunciar, o si no, promedien las edades de quienes va a estar hoy en mi fiesta de cumpleaños), de pronto me doy cuenta de que cada vez que uno cumple un año, después de los treinta, es más bien como un retroceso. Como una especie de cuenta regresiva.
No hay cremita para las arrugas, por muy Dior que sea, que logre retroceder el tiempo. Y yo, que suelo pensar mucho (un vicio feo y poco recomendable), en estas fechas recibo sobre mí el remordimiento de todos mis errores y de todos los deseos insatisfechos; de todo lo que dejamos pasar por cobardía; de todo el daño que hemos hecho a otros; de la falta de coherencia, de la tibieza de carácter, de cada vacilación y de cada mezquindad. Esa es mi vejez verdadera: el dolor por los fallos cometidos.
Y sin embargo, aún hay muchas personas a mi alrededor; algunos de los cuales significan más, por no ser esperados. Sin ellos, sin todos ellos, habría que apagar y marcharnos. Enumerar la manera en que cada uno me ayuda a seguir viviendo sería imposible. Sólo puedo decir que gracias a ellos, a ustedes, soy feliz hoy. Y, como decía Silvio, "Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen, por este día, los muertos de mi felicidad..."

Gracias, amigos, amantes, familia; gracias hijito. Al estilo paisa, perdonen todo lo malo... Gracias por acompañarme a lo largo de estas 33 vueltas alrededor del sol.

Wednesday, July 13, 2005

Much Ado about Nothing...

Sigh no more, ladies, sigh no more;
Men were deceivers ever;
One foot in sea and one on shore,
To one thing constant never;
Then sigh not so,
But let them go,
And be you blithe and bonny;
Converting all your sounds of woe
Into. Hey nonny, nonny.


Sing no more ditties, sing no more,
Or dumps so dull and heavy;
The fraud of men was ever so,
Since summer first was leavy.
Then sigh not so,
But let them go,
And be you blithe and bonny,
Converting all your sounds of woe
Into. Hey, nonny, nonny.


William Shakespeare

Sabiduría Simson

Dios es el mejor presonaje de ficción.

Homero

Tuesday, July 12, 2005

Libertad

La libertad es una carga pesada, extraña y abrumadora para el espíritu que ha de llevarla. No es cómoda. No es un regalo que se recibe, sino una elección que se hace, y la elección puede ser difícil. El camino asciende hacia la luz; pero el viajero que soporta la carga acaso no llegue jamás a la meta.

Ursula K. Le Guin

Saturday, July 09, 2005

WALKING IN MY SHOES

I would tell you about the things
They put me through
The pain I’ve been subjected to
But the lord himself would blush
The countless feasts laid at my feet
Forbidden fruits for me to eat
But I think your pulse would start to rush
Now I’m not looking for absolution
Forgiveness for the things I do
But before you come to any conclusions
Try walking in my shoes
Try walking in my shoes
You’ll stumble in my footsteps
Keep the same appointments I kept
If you try walking in my shoes
If you try walking in my shoes
Morality would frown upon
Decency look down upon
The scapegoat fate’s made of me
But I promise you, my judge and jurors
My intentions couldn’t have been purer
My case is easy to see
I’m not looking for a clearer conscience
Peace of mind after what I’ve been through
And before we talk of repentance
Try walking in my shoes
Try walking in my shoes
You’ll stumble in my footsteps
Keep the same appointments I kept
If you try walking in my shoes
If you try walking in my shoes
Try walking in my shoes
Now I’m not looking for absolution
Forgiveness for the things I do
But before you come to any conclusions
Try walking in my shoes
Try walking in my shoes
You’ll stumble in my footsteps
Keep the same appointments I kept
If you try walking in my shoes
Now I’m not looking for absolution
Forgiveness for the things I do
But before you come to any conclusions
Try walking in my shoes
Try walking in my shoes
You’ll stumble in my footsteps
Keep the same appointments I kept
If you try walking in my shoes
Try walking in my shoes
If you try walking in my shoes
Try walking in my shoes

Ciencia para todos

El doctor Hoenikker solía decir que un científico incapaz de explicarle a un niño de ocho años lo que estaba haciendo, era un charlatán.

Kurt Vonnegut

Thursday, July 07, 2005

Hacer el bien

Nunca permitas que el sentido de la moral te impida hacer lo que está bien.

Isaac Asimov
Fundación

Monday, July 04, 2005

El Hada Verde

Desde tiempos antiguos, el ajenjo (que crece en toda Europa, excepto en el extremo Norte) había sido utilizado con fines medicinales. Un papiro egipcio del 1.600 a.C. lo menciona por sus virtudes tónicas, diuréticas y antisépticas. Hipócrates lo recomendaba contra la ictericia y Galeno contra la malaria. Etimológicamente, "absinthium" quiere decir en griego "carente de dulzor" o "imposible de beber". En francés existe la expresión "avaler l'absinthe" (tragarse el ajenjo) que significa soportar algo desagradable o doloroso con estoicismo. Según parece, los vencedores en los antiguos juegos Olímpicos eran obligados a beber una bebida mezclada con ajenjo para que, al tiempo que saboreaban el éxito, no olvidaran las pasadas amarguras y derrotas. Ya durante la Edad Media eran corrientes ciertos "vinos de ajenjo" hechos con hierba, anís e hisopo y consumidos para aliviar anginas, inflamaciones de párpado y dolores de muela.
El apogeo del ajenjo tuvo sede en la capital francesa, entre 1880 y 1914. Las estadísticas arrojan que en 1910 se bebían en Francia unos 36 millones de litros de absinthe por año, frente a los 700 mil de 1874; que, de los miles de licores disponibles, el consumo de absinthe abarcaba el 90%, y que por entonces existían en París unos 360 mil cafés y cabarets. Hay quienes creen que el boom de los cafés se debió a la mala condición de las viviendas; la gente prefería salir y, de paso, socializar. Las cinco de la tarde pasó a ser "la hora del hada verde" o "la fée verte", tal el apodo que se le daba al ajenjo.
Es posible que el rito que requería el absinthe a la hora de ser servido aumentase su popularidad. El rito era el siguiente: a) se servía en un vaso una medida; b) se colocaba sobre el vaso una cuchara perforada, una especie de colador barroco; c) se ponía un terrón de azúcar en la cuchara; d) lentamente se vertía agua helada a través del colador azucarado, en una proporción de 4 ó 5 medidas de agua por una de ajenjo. Claro que había diferentes costumbres: algunos preferían beberlo puro, otros lo mezclaban con vino helado en vez de agua o fabricaban cóctels agregando limonada, naranjada o pimienta. El famoso Toulouse-Lautrec decía haber inventado una mezcla de ajenjo y coñac llamada "Terremoto".
En su libro Absinthe: History In a Bottle, Barnaby Conrad explica que hacia finales del siglo XIX "el vaso verde sobre la mesa de café simbolizaba anarquía o un rechazo deliberado a las normas y obligaciones de la vida". La bebida era estimada por la bohemia "decadente" no sólo como un afrodisíaco, sino como una fuente de inspiración artística. La lista de famosos bebedores incluía a Edgar Allan Poe, Jack London, el dramaturgo August Strindberg y Oscar Wilde, para quien un vaso de ajenjo era "tan poético como una opuesta de sol".
Alfred Jarry, autor de Ubú Rey, sólo consumía absinthe puro y a menudo salía a andar en bicicleta con la cara o el cuerpo pintados de verde, en tributo a la fée. "El whisky y la cerveza son para los tontos; el ajenjo tiene el poder de los magos", afirmaba el poeta inglés Ernest Dowson, autor de la oda alcohólica "Absintea Taetra", escrita durante una estancia en París en la que frecuentó a Baudelaire y Mallarmé.
El también poeta Paul Verlaine era ya todo un alcohólico cuando empezó a beber ajenjo. Se asegura que consumía abundantes dosis en compañía de su amigo y amante Arthur Rimbaud. Una foto lo muestra en el legendario café Procope, sentado tras un vaso con la infaltable cuchara. Uno de sus versos dice que "mi gloria es un humilde y efímero Absinthe".
Pero el caso más divulgado tal vez sea el de Vincent Van Gogh, quien al parecer fue iniciado en la materia por su amigo y colega Paul Gauguin. Aún hay quienes adjudican su suicidio o la pérdida de su oreja a los efectos de una intoxicación con el licor. Para la muerte de Van Gogh, en 1890, ya se había desarrollado la palabra "absintheur" para calificar a los adictos a la bebida, y ya se estaba discutiendo la conveniencia o no de su venta libre.
Muchos autores, como el propio Barnaby Conrad, se preguntan si los rumores de prohibición no hicieron más que aumentar el consumo y la atracción que despertaba la aureola maldita de la bebida. Hoy aún se afirma que el ajenjo tenía propiedades alucinógenas. Otros responden que esto no era así (salvo que se bebieran cuarenta vasos) pero que bajo su efecto relajante los sueños se volvían surrealistas u obscenos. "Después del primer vaso, uno ve la cosas cómo le gustaría que fuesen. Después del segundo, una ve cosas que no existen. Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir", dijo Oscar Wilde sobre su experiencia.
A comienzos del siglo XX, el "hada verde" había pasado a llamarse el "peligro verde" o el "demonio verde", y no sólo en Francia. Una asociación cristiana de los Estados Unidos repartía por entonces un folleto titulado "Ajenjo, la bebida del demonio". "Los bebedores de absinthe mueren todos tuberculosos, locos o paralíticos", postulaba un volante que en 1897 repartía a los transeúntes de París cierta Sociedad Antialcohólica.

La excéntrica conducta de los "artistas absintheurs" no bastó para empujar la prohibición. Fueron un par de hechos policiales los que determinaron la caída del licor. El primero de ellos --y el más ruidoso-- ocurrió nada menos que en Suiza, país natal de la bebida, en agosto de 1905, cuando un hombre llamado Jean Lanfray, un granjero de 31 años, fue acusado de matar a su mujer y su hijo bajo los efectos del ajenjo. La policía, que había hallado en casa de Lanfray rastros de numerosas bebidas alcohólicas, pronto supo que el asesino solía beber cinco litros de vino por día, además de dos vasos de absinthe. La prensa se ocupó de destacar más esto último, para hablar del "crimen del ajenjo".
En realidad, el absinthe sigue siendo tolerado en países como Andorra, Portugal e incluso España. Uno de los últimos "artistas absintheurs", Ernest Hemingway, se hizo devoto del ajenjo español, a tal punto que el licor aparece mencionado en "Por quién doblan las campanas".
Los defensores del absinthe parecen no atraverse a confesar que, en muchos casos, su hondo anhelo es la legalización de la fée verte. Saben que la empresa es muy difícil. Pero algunos han oído decir que, a fines de los ochenta, un grupo de políticos franceses llegó a hacer un tibio lobby para derogar la prohibición. Y otros saben de memoria lo que el polémico Aleister Crowley había escrito en The Green Godess, su libro sobre el ajenjo: "El prohibicionista debe de ser una persona sin un caracter moral, ya que no puede concebir a un hombre capaz de resistir las tentaciones".

...Pero es que es difícil, ¿o no, Ar-Adúnakhor?